Dr. Gilberto de los Santos Cruz
Al igual que el profesor Misael Núñez Acosta, los maestros eran egresados de escuelas Normales.
Herederos del pensamiento del viejo maestro rural que recorrió el país desde la segunda década
del siglo xx, tras el triunfo de la Revolución Mexicana, ellos abrazaban los ideales plasmados en la
época de oro de la escuela rural mexicana. En la obra El maestro rural: una memoria colectiva,
Edgar Robledo Santiago destaca: “el maestro rural era un verdadero líder de la comunidad, un
orientador eficaz, un guía que jamás torcía el camino; decía siempre la verdad, su interés era servir
a todos, para lo cual no escatimaba tiempo y esfuerzo. Enseñaba con el ejemplo, coordinaba
esfuerzos, iluminaba voluntades. Todo su trabajo fue desinteresado desde el punto de vista
personal, pero profundamente comprometido en servir a la comunidad y a sus moradores. El
maestro rural era un incipiente sociólogo de la época, no sabía nada de teoría, pero tenía la
habilidad de penetrar, analizar y deducir. La comunidad toda era una enorme aula donde el
maestro enseñaba, por eso la recorría en todas las direcciones, y la sentía como objetivo general
de su incesante actividad” Los testimonios de quienes enfrentaron en aquella época a caciques
locales, no eran muy distintos de los que 50 años más tarde enfrentarían dirigentes magisteriales
como Misael Núñez Acosta. La profesora Ana María Ontiveros García, designada en enero de 1929
como directora de la Escuela Rural de Niñas, en el ingenio de San Antonio de las Huertas,
municipio de Nocupétaro, Michoacán, narra en Remembranzas de mi vida como maestra rural, sus
primeros enfrentamientos con los dueños del poder: “la hacienda en la que yo prestaba mis
servicios funcionaba de manera semejante a las de la época de la Colonia (…) Me causaba pena ver
cómo se medía el frijol, maíz o carne según el número de miembros de la familia de los peones. En
cambio, los sábados al entregarle la raya semanal, recibían todas las botellas de vino que pedían.
“Como al dueño no le convenía que tratara de orientar a los peones, empezó a hacerme sentir que
mi presencia no era grata, primero en forma sutil, pero luego paso a la acción directa: pagó a tres
personas para que me asaltaran. A diferencia de sus antecesores, los maestros de las décadas de
los años 60 y 70 tenían una sólida formación normalista, en la que aún prevalecía el compromiso
de lucha con las comunidades. Misael Núñez Acosta no fue la excepción. Su paso por las aulas de
las Normales de El Mexe y Tenería, consideradas como importantes centros de divulgación del
pensamiento marxista, dejaron su huella en el que años más tarde sería uno de los principales
líderes del movimiento magisterial del Valle de México. En 1966 ingresó a la Escuela Normal Luis
Villarreal, ubicada en la comunidad del Mexe, Hidalgo. Como miles de hijos de campesinos, para
Misael la escuela Normal es el único espacio de formación a su alcance. Fundadas a principios de
los años 30, las Normales rurales surgen como espacios no sólo de formación profesional para
hijos de familias campesinas, también son importantes centros de divulgación del pensamiento
socialista y comunista. Bajo la visión de un Estado posrevolucionario, el maestro debe ser más que
un educador. Se incide en la formación de un docente con una visión integral de la comunidad,
donde su tarea no sólo es atender la instrucción de sus alumnos, sino atender las necesidades de
sus propias comunidades. Se planteaba que el profesor debería tener una formación con seis
características, entre ellas: enseñar por las noches a los adultos, trabajar para el mejoramiento de
la comunidad en todos sus aspectos y ser líderes sociales del pueblo. Durante su campaña a la
presidencia de la República, el general Lázaro Cárdenas también había delimitado el perfil del
maestro normalista diciendo que el maestro revolucionario debía ser líder social, consejero,
orientador, no sólo debía enseñar a leer y a escribir, sino mostrar también al proletariado la
manera de convivir mejor, de crear una existencia más humana y más justa. Tres décadas después,
los estudiantes de las normales rurales aún mantenían las banderas de la reivindicación de la
justicia social, y el servicio a la comunidad. Sin embargo, pronto comienzan los problemas para
Misael. Tras denunciar los malos manejos en los recursos que se destinan a la alimentación de los
alumnos, y en los que están involucradas autoridades del plantel, es expulsado del Mexe. Más
tarde debe solicitar ante la Dirección de Normales en el Distrito Federal su reinscripción, pero
rechaza su adscripción a la Normal de Ataquiza, Jalisco, y finalmente logra su traslado a la Normal
de Tenería, ubicada en el municipio de Tenancingo en el Estado de México, donde finaliza sus
estudios en 1970. Al inicio de la década de 1970, la uoi también impulsa la creación de “círculos de
estudio” para unificar al movimiento obrero y popular. Se consolidan en Tlaxcala, Hidalgo y Estado
de México; en este último surgen con mayor fuerza en los municipios de Tlalnepantla, Xalostoc y
Tulpetlac. Es precisamente en esta comunidad donde Misael se sumará a la organización de los
obreros. Pronto comienza a impulsar entre los colonos mecanismos de apoyo a los trabajadores en
huelga. Crea el programa el kilo de ayuda, con el que vecinos de colonias como La Loma, Texalpa,
Tecuexcónac y Los Reyes, entre otras, se suman llevando víveres y acompañando en las guardias
nocturnas a los obreros. Una vez más, se hace presente su formación de corte socialista que
consolida durante su preparación como docente en las escuelas rurales del Mexe y Tenería. Ahí
también surgen acercamientos con corrientes de izquierda. Años más tarde, preocupado por las
condiciones de marginación y explotación que enfrenta la clase obrera, decide ingresar a la
Universidad Autónoma Metropolitana, fundada en 1974. Ahí inicia sus estudios en Derecho en 1978.
La represión Sin embargo, para la década de 1970, confrontar los intereses de
terratenientes y caciques locales o sindicales aún representaba no sólo un riesgo de convertirse en
víctima de la represión administrativa, también había una creciente represalia física y laboral que
llevó a cientos de maestros a solicitar su traslado a nuevas escuelas, en su mayoría en el Valle de
México, como una medida para no sólo continuar en la lucha, también para salvar la vida, porque
fue una época en la que hubo muchos desaparecidos, como recuerda un maestro disidente de la
sección 36.
Sin embargo, el tiempo se detuvo para Misael Núñez Acosta aquel 30 de enero de 1981, cuando
sus asesinos materiales Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña, le
dispararon con la Colt calibre .45 a menos de un metro de distancia. El impacto de su muerte
generó una oleada de indignación y rabia no sólo en el magisterio disidente, también entre
colonos y obreros del Valle de México, quienes desde el día del crimen señalaron como autores
intelectuales al entonces dirigente del SNTE, Carlos Jonguitud. La desaparición física de Misael caló
hondo en las bases magisteriales, pero no detuvo la insurgencia, y como se tenía previsto, 48
horas después de su muerte miles de maestros regresaron a las calles para iniciar un paro de
labores. A 43 años de su muerte, la memoria viva de Misael Núñez Acosta aún acompaña las
movilizaciones más importantes del magisterio democrático en el país. Símbolo de un ideal social y
libertario, miles de maestros en todo el país se asumen herederos de su lucha por la construcción
de un país diferente, con justicia social y libertad sindical. He aquí el corrido a Misael Núñez
Acosta.
Maestro campesino, Maestro proletario,
Que llevas en el alma coraje libertario,
Enséñame las letras con el abecedario,
Y enséñame el camino del revolucionario.
Con marchas y plantones y huelgas nacionales,
Clases de dignidad, das a tus colegiales,
No te asustan los golpes, balas ni represiones,
Demuestras valentía en todas tus acciones.
Por eso yo te canto maestra proletaria,
Porque tu verbo es flama de lucha libertaria,
Por eso yo te canto maestra proletaria,
Porque tu verbo es flama de lucha libertaria.
Apóstoles rurales que van sembrando surcos,
Con modernos ideales en niños y en adultos,
Sorteando los peligros de fieras alimañas,
El ruralismo es meta, principio y es hazaña.
Maestro normalista de origen proletario,
Eres un idealista y un revolucionario,
Maestro normalista de origen proletario,
Eres un idealista y un revolucionario.
El nuevo movimiento no admite claudicantes,
Que acepten coyunturas de falsos gobernantes,
A la coordinadora del Valle hasta la Costa,
Un faro la ilumina Misael Núñez Acosta.
Marchemos Camaradas, Marchemos Profesores,
Hagamos una hoguera con charros y traidores,
Icemos la bandera del nuevo magisterio,
Rompamos las barreras de nuestro cautiverio.
Vamos a golpe duro en una llamarada,
Que brille en el futuro la patria liberada.
Vamos a golpe duro en una llamarada,
Que brille en el futuro la patria liberada.
Tomado de: AlbumCancionYLetra.com
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