La revisión del asunto destaca la necesidad de considerar a las víctimas en el sistema de justicia
AGENCIAS/TDN
El pasado miércoles, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) debatió un tema de gran relevancia: la inclusión de los familiares de Luis Donaldo Colosio en el juicio de amparo que Mario Aburto Martínez, su asesino confeso, interpuso contra su condena de 45 años. Este asunto plantea no solo cuestiones legales, sino también profundas reflexiones sobre la justicia y la memoria en un México que aún carga con las secuelas de aquel trágico día en 1994.
El proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá busca determinar si era obligación del juez de amparo considerar a los familiares de Colosio como terceros interesados. Este punto no es trivial; su inclusión podría brindar a la familia la oportunidad de expresar su perspectiva y dolor, al tiempo que se amplía el alcance del juicio.
Aún más, esta discusión llega en un momento en que la SCJN está reestructurando su propio enfoque tras la reciente reforma judicial. La decisión de reponer el proceso podría sentar un precedente importante, subrayando la importancia de la participación de las víctimas en los procedimientos judiciales, especialmente en casos de relevancia nacional.
Es crucial recordar que el caso de Colosio no solo es una historia de asesinato, sino un recordatorio del clima político de una época tumultuosa en México. La participación de sus familiares en este proceso podría revivir el debate sobre la transparencia y la rendición de cuentas, temas que siguen siendo de vital importancia en la actualidad. Este es un momento para que la justicia refleje no solo las leyes, sino también la historia y las emociones de un país que busca sanar.
La SCJN se enfrenta, por tanto, a una elección que va más allá de lo legal: se trata de un acto de reconocimiento y legitimidad hacia las familias que han sufrido pérdidas irreparables. Al decidir si se repondrá el juicio, la Corte no solo tendrá la oportunidad de revisar un caso antiguo, sino también de restaurar la fe en un sistema que, en ocasiones, parece olvidar el rostro humano detrás de cada sentencia.
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