
Europa en alerta ante posible conflicto económico que podría derivar de impuestos anunciados por la Unión Americana
AGENCIAS/TDN
Donald Trump vuelve a la ofensiva con su estrategia comercial, esta vez con un paquete de aranceles “recíprocos” que promete sacudir el tablero global. Lo ha bautizado el “Día de la Liberación”, un nombre que, lejos de inspirar consenso, ha encendido alarmas en Europa y Asia. Mientras Washington refuerza su discurso proteccionista, el resto del mundo intenta descifrar el verdadero alcance de la medida.
Los detalles del plan siguen siendo un enigma. Trump aseguró que los aranceles dependerán de los impuestos que otros países imponen a los productos estadounidenses, pero también de otros factores no especificados. Aunque no mencionó nombres, su secretario del Tesoro ha señalado a un grupo de economías con altos desequilibrios comerciales, los llamados “sucios 15”, como los principales afectados. La incertidumbre crece, al igual que el riesgo de represalias.
La Unión Europea ya percibe esto como un punto de inflexión. Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, advirtió que Europa enfrenta un “momento existencial”. Sus palabras reflejan el dilema del bloque: responder con firmeza o arriesgarse a perder aún más influencia en un comercio global que se redefine a la medida de Washington. En un contexto donde las alianzas comerciales se tambalean, el “Día de la Liberación” de Trump podría traducirse en una crisis de cohesión para sus aliados.
Pero el trasfondo de esta estrategia va más allá de las tarifas. Trump ha reiterado que Estados Unidos ha sido explotado por sus socios comerciales durante años, y esta nueva oleada de restricciones busca corregir lo que considera un abuso sistemático. La pregunta es si la Casa Blanca está dispuesta a asumir el costo de una guerra comercial prolongada, donde las represalias podrían terminar golpeando a su propia economía.
Más que una medida aislada, el “Día de la Liberación” podría marcar un punto de ruptura en la dinámica del comercio internacional. Si algo ha quedado claro, es que Trump no teme incendiar el tablero si eso significa reescribir las reglas a su favor. Ahora, la respuesta global definirá si este es un nuevo orden o el inicio de una batalla de consecuencias impredecibles.
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