
Títeres, malabares y lectura interactiva impulsan la creatividad y la convivencia en comunidades vulnerables
KEVIN NARVARTE/TDN
Las Jornadas Artísticas por la Paz y la Fraternidad de las Infancias y Adolescencias de Chiapas llegaron a Villaflores y Frontera Comalapa con una propuesta clara: transformar el entorno a través del arte y la cultura. En un estado donde la violencia y la falta de oportunidades han erosionado el tejido social, estos espacios emergen como una alternativa para la reconstrucción comunitaria, apostando por la creatividad como herramienta de cambio.
En el barrio San Francisco La Aurora, en Frontera Comalapa, niñas, niños y adolescentes participaron en talleres de dibujo, malabares y juegos tradicionales, demostrando que el arte puede ser más que una actividad recreativa: un vehículo para fortalecer la convivencia y el sentido de pertenencia. La jornada cerró con la presentación del espectáculo Aguas Margarita, donde la risa se convirtió en un lenguaje común que unió a los asistentes en un mensaje de esperanza.
Villaflores también fue escenario de esta iniciativa, donde la Escuela Primaria María Suárez de Velasco abrió sus puertas a la imaginación. La creación de títeres y la lectura interactiva no solo acercaron a los niños a la literatura, sino que les dieron la posibilidad de contar sus propias historias, un ejercicio esencial en una región donde muchas voces han sido silenciadas.
Para la titular del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas (Coneculta), este esfuerzo no es aislado ni circunstancial. Forma parte de una estrategia más amplia que busca recuperar espacios vulnerados mediante el arte, promoviendo una identidad cultural fuerte y una comunidad más resiliente. Su visión se alinea con el proyecto humanista del gobierno estatal, que busca en la cultura un mecanismo de transformación social.
Más allá del evento en sí, la relevancia de estas jornadas radica en su capacidad de generar un impacto duradero. En un Chiapas marcado por desigualdades y conflictos, iniciativas como esta evidencian que la cultura puede ser un factor determinante en la reconstrucción del tejido social. No se trata solo de talleres y espectáculos, sino de la posibilidad de imaginar un futuro distinto, donde la paz y la creatividad sean parte de la vida cotidiana.
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