
El bloque internacional pide que las organizaciones operen sin restricciones para salvar vidas y preservar la dignidad
AGENCIAS/TDN
Mientras el número de víctimas y la devastación en Gaza continúa escalando, un bloque de 22 países, liderado por España y conformado en su mayoría por potencias europeas, ha lanzado un nuevo llamado a Israel: permitir sin dilaciones el acceso total de ayuda humanitaria. La petición no solo exige la entrada de asistencia, sino también que sea la ONU quien la distribuya, con criterios independientes y sin interferencias, ante el riesgo inminente de hambruna en la región.
Este reclamo no se presenta como una simple solicitud diplomática, sino como un cuestionamiento frontal a la respuesta del gobierno de Benjamin Netanyahu, cuyo bloqueo prolongado ha multiplicado el sufrimiento de los civiles. Aunque Tel Aviv anunció una reanudación limitada del acceso humanitario, las naciones firmantes consideran insuficiente esa medida, y exigen una acción más decidida y coherente con el derecho internacional.
El respaldo a la ONU como ente coordinador no es casual: es un mensaje político y operativo. Los países firmantes buscan blindar la distribución de ayuda frente a intereses militares o políticos, y proteger a las organizaciones que trabajan en el terreno. El hecho de que la declaración conjunta también lleve la firma de Japón, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, da al pronunciamiento un alcance que trasciende las fronteras de la Unión Europea.
Más allá del lenguaje diplomático, el pronunciamiento tiene implicaciones geopolíticas importantes. Israel enfrenta un deterioro acelerado de su imagen internacional, incluso entre sus tradicionales aliados, mientras crece la percepción de que no se están respetando principios básicos del derecho humanitario. En paralelo, la exigencia de acceso sin restricciones deja en evidencia el aislamiento político que enfrenta Netanyahu en algunos foros multilaterales.
Esta declaración no resolverá por sí sola la emergencia en Gaza, pero marca un punto de inflexión: el umbral del silencio se ha roto. La crisis humanitaria ya no es solo una preocupación regional; se ha convertido en un símbolo del fracaso de la comunidad internacional para proteger a los civiles en medio de un conflicto prolongado. Ahora la presión recae sobre Israel, pero también sobre quienes permiten que el bloqueo continúe sin consecuencias reales.
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